La granulometría de los abrasivos es un concepto muy importante que hay que conocer para poder realizar de la mejor manera el tratamiento de una determinada superficie.
La elección del abrasivo incluye el tipo de material, pero también el tamaño de este, por lo que saber cómo se mide la granulometría de los abrasivos es necesario en cualquier trabajo que necesite de estos materiales.
Por eso, en este artículo vamos a darte toda la información que necesitas al respecto, con el objetivo de compartir contigo nuestra experiencia como empresa líder en el acabado de superficies.
¿Qué es la granulometría de los abrasivos?
La granulometría de los abrasivos es un término técnico que hace referencia al tamaño de las partículas o granos de las sustancias abrasivas, siendo esta una característica que afecta directamente a su desempeño en el lijado, el pulido, o el decapado de superficies.
La importancia de conocer y seleccionar la granulometría adecuada radica en que cada tipo de trabajo, dependiendo de la superficie y el material involucrado, necesita del uso de los abrasivos para chorreado y granallado correctos si se quiere obtener la mejor calidad.
De este modo, la granulometría se asocia directamente con la capacidad del abrasivo para generar un acabado más fino o más agresivo, dependiendo de la densidad y tamaño de las partículas.
En términos generales, la granulometría se divide en dos grandes grupos:
- Los macrogranos, se usan en tareas que requieren la eliminación rápida de material, o donde se necesita una mayor agresividad.
- Por otro lado, los microgranos, se emplean en trabajos más delicados, donde se busca un acabado de una mayor precisión.
Además, la distribución y el tamaño de los granos también influyen en el comportamiento y el rendimiento del abrasivo, ya que una granulometría cerrada, en la que los granos están muy juntos, permitirá obtener un acabado más uniforme.
Por otro lado, una granulometría más abierta, con partículas más espaciadas, mejora la capacidad de penetración del abrasivo y normalmente es mejor para los materiales considerados duros, o que tengan recubrimientos resistentes.
¿Cómo se mide la granulometría de los materiales abrasivos?
El tamizado es el método más tradicional y el que más se utiliza para medir la granulometría, especialmente en las partículas de mayor tamaño y consiste en pasar el material a través de una serie de tamices, que varían en cuanto a su tamaño de apertura.
De esta forma, los tamices se organizan en una columna, comenzando por el de mayor diámetro en la parte superior y descendiendo hacia tamices con aperturas más pequeñas.
El material se agita mecánicamente para separar las partículas según su tamaño y después, se mide el peso del material retenido en cada tamiz, utilizando estos datos para calcular la distribución del tamaño de las partículas.
Por otra parte, para partículas de tamaños más finos, se suele utilizar el método de difracción láser, el cual es un sistema que se basa en la dispersión de la luz al atravesar una muestra de partículas. La luz láser se desvía en función del tamaño de las partículas y se realiza el cálculo de su distribución granulométrica.
¿Cómo se determina el tamaño ideal de grano de un abrasivo para el tratamiento de una superficie?
Seleccionar el tamaño de grano ideal de un abrasivo depende de muchos factores, como el material que se va a tratar, la finalidad del trabajo y el tipo de acabado que se desea lograr.
Por eso, en general, para materiales duros como el acero, suelen ser mejores los granos más grandes porque permiten una mayor agresividad y además son capaces de generar nuevas aristas de corte a medida que se desgastan.
Por otro lado, en superficies más delicadas o blandas, como el aluminio o el cobre, es preferible utilizar granos más finos, ya que un grano más pequeño reduce la penetración y mejora la suavidad del acabado, evitando daños innecesarios en la superficie.
Como hemos comentado, el tamaño de grano también varía en función del tipo de trabajo que se vaya a realizar. Por ejemplo, en aquellos tratamientos donde se busca la eliminación de óxidos o pintura vieja, se utilizan granos de mayor tamaño.
En cambio, para el pulido fino o el acabado final, se recomienda utilizar granos más finos, ya que proporcionan un mayor control sobre el nivel de acabado y dejan una superficie más lisa y brillante.
Dicho todo esto, si necesitas atención personalizada para escoger el tipo de abrasivo que mejor se ajuste al tratamiento que realizas en tu empresa, contacta con nosotros.
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